Parece como si empezásemos a funcionar de verdad en el momento final. En el momento en el que, o lo haces o habrás caído para siempre. Podríamos empezar a funcionar siempre con un poquito de antelación y siempre nos iría mejor. Bastante mejor. Pero no. No somos así. Nos gusta más el riesgo que a Campanilla el polvo de hada.
Y así nos va...
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